LA LECTURA

 
Un texto narrativo no existe de modo autónomo, porque necesita de una persona que lo ponga en juego para completar el circuito de la comunicación. Esta persona que hace falta es el lector.




La relación entre el  social autor, la obra y el lector establece la naturaleza social de la literatura. El lector es el ángulo final de esta relación comunicativa porque va determinando las propiedades de cada género; determina el gusto literario de cada época y, también, la producción, la circulación y el consumo de toda obra literaria.

La literatura establece una relación comunicativa con la sociedad que se produce gracias al vínculo que existe entre el autor y el lector.

¿Te ha pasado que encuentras un libro tirriblemente fome? Esto ocurre porque tus interéses no guardan relación alguna con lo que se plantea en el libro. Al crear el texto, el autor imaginó, un lector de ciertas características más afine a sus gustos y a su propia personalidad. El fenómeno que te ocurrió ha sido estudiado por la teoría de la literatura con el nombre de recepción. De este modo, los libros tienen distinta acogida entre los lectores y es legítimo encontrarse con obras que no son de nuestro agrado.

Te habrás dado cuenta de que existen tantos tipos de lectura como individuos que leen; ahora bien, dentro del ámbito de los libros, existen desde obras simples o funcionales como un diccionario o un manual de cocina hasta obras muy complejas como los textos literarios. Esta dificultad específica de la obra literaria se produce porque ellas contienen más de un significado latente que dificulta asignarle una sola interpretación.

Un buen lector puede reconocer diferentes libros y practicar lecturas variadas, por ejemplo como la lectura histórica (un manual de historia), la recreativa (un cómic), la especializada (un texto de gramática), la interpretativa (en la que a veces hay que extraer un sentido literal y otro figurado como en algún mito).

A continuación te indicaremos algunos casos o secuencias para que tu lectura gane una mayor comprensión y puedas organizar mejor sentido de la obra:

Primero debes de identificar el tipo de texto según su objetivo (contar, describir, exponer, etc.). Luego debes realizar una lectura de conjunto de la obra que te permitirá captar los temas centrales, el argumento y algunos problemas que presenta. Finalmente debes releer la obra de modo más ciudadoso y detenido estableciendo relaciones y organizando un sentido global del texto. Para entrar en el terreno de la interpretación y hacer un análisis en profundidad te proponemos segmentar una lectura en cuatro momentos:

a) Lectura comprensiva:
Es la lectura que se preocupa de las ideas centrales y del argumento de texto. También debe reconocer la estructura de las obras. Se representará por las preguntas ¿De qué se trata de lo que dice el texto? y ¿Cómo lo dice?

b) Lectura contextual:
Es la lectura que busca reconstruir el marco socio-histórico en el que escribió el autor y la manera en que este contexto influyó en la creación de la obra.

c) Lectura Analítica:
Es la lectura que se pregunta por el sentido de la obra. Busca el por qué del texto. Para descubrirlo, podrías hacerte las siguientes preguntas: ¿Qué relación hay entre el título y lo que se plantea? ¿Cuál es la idea centra que ilumina la obra? También puedes enumerar las ideas que origina los acontecimientos, como el amor, la ira, los celos, etc.

d) Lectura crítica creativa:
Esta lectura buscará enjuiciar la posición del autor en la obra. Por ejemplo, trata de visualizar cuál es posición moral del autor y procurar explicar las actitudes de los personajes de las distintas situaciones. Además crearás un texto a partir de algunos recursos temáticos y formales descubiertos en el análisis (hacer un pastiche, imitar o parodiar la narración).

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